Luis Alberto Alonso Ortiz y Enrique Campuzano Ruiz.

Domènech. Lluís Domènech i Montaner en Comillas.

Santander: Fundació Lluís Domènech i Montaner, 2015.

128 págs.

12 €

Una de las perlas del Cantábrico es, sin lugar a dudas, la señorial villa de Comillas. Emplazada en el corazón de Cantabria, atesora muchas de las perlas del Modernismo catalán existentes fuera de esa comunidad autónoma. Si bien uno de los hitos de la localidad más conocidos es El Capricho de Gaudí, en Comillas son mucho más numerosas las intervenciones de otro modernista: Lluís Domènech i Montaner. Es a este autor y su obra cántabra a los que nos aproximamos en esta reseña.

Domènech había deslumbrado ya al público de su época cuando en 1888 exhibiera sus obras en la Exposición Universal de Barcelona. podemos decir que con este hito Domènech se convirtió en uno de los arquitectos que sentaron las bases del Modernismo catalán. Dicho movimiento artístico, a caballo entre los siglos xix y xx, se caracteriza por una fuerte impronta romántica y por el protagonismo del simbolismo, patente en una profusa ornamentación. Si bien en esta corriente la alusión al cristianismo es constante, también está lleno de elementos simbólicos (flores, dragones, gárgolas, animales marinos, heráldica e imágenes alegóricas), que nos hacen vislumbrar posibles elementos ocultos tras los programas decorativos. Quizá sea esa una segunda lectura de las obras de Domènech en Comillas que queda por hacer.

El I Marqués de Comillas había comisionado la construcción de grandes edificios en la villa, como el Seminario Mayor o el Palacio de Sobrellano, pero las obras no se habían concluido en el momento de su fallecimiento. Fue pues su hijo y sucesor, Claudio López Bru, quien se encargó de terminarlos, y para ello contó con la figura de Domènech. Ya que los edificios estaban proyectados y casi concluidos, la intervención de este arquitecto aparece en la definición de los espacios internos y, sobre todo, de la decoración. En el Seminario Mayor su aportación es verdaderamente notable: la Puerta de las Virtudes, el espectacular vestíbulo con grandes escalinatas, el recibidor, el corredor, la capilla, la escalera de mármol, los artesonados, las vidrieras… En el Palacio de Sobrellano y en la Capilla-Panteón de los Marqueses de Comillas sus obras son menos abundantes, pero no por ello poco meritorias. Las soluciones modernistas de Domènech en aquellos espacios son sobresalientes.

Otro lugar en el que también intervino fue el cementerio de Comillas. Domènech tomó como base una ruina medieval para convertirla en un elemento moderno. El poso romántico le lleva de nuevo a mantener los muros semiderruidos a propósito. Sin embargo, abre vanos en las paredes para que se pueda ver el mar, proyecta una imponente portada y remates modernistas sobre las ruinas, y coloca el emblemático ángel vengador ante la entrada para custodiar las almas que allí descansan. Otras intervenciones de Domènech en la ciudad son el monumento a D. Antonio López, la Fuente de los Tres Caños o el Panteón de la Familia Piélago.

Podría parecer que el mérito de Domènech es menor por intervenir en edificios ya construidos, pero el genio artístico se manifiesta cuando las dificultades se imponen. El reto de este creador fue partir de conceptos arquitectónicos ajenos y convertirlos en propios a través de su impronta artística. Así lo hicieron grandes artistas del Renacimiento, como Bramante o Brunelleschi, quienes, obligados a ceñirse a espacios concebidos como góticos, se las ingeniaron para aportarles soluciones plenamente renacentistas.

La experiencia de Domènech en Comillas sentó las bases de su obra posterior, que hoy podemos admirar en grandes edificios como el Palau de la Música Catalana o el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, quintaesencia del Modernismo catalán (con el permiso de Gaudí).

Cabe destacar el magnífico estudio que han realizado Luis Alberto Alonso Ortiz y Enrique Campuzano Ruiz en esta monografía, donde resaltan tanto la valiosa y detallada información que proporcionan como las fotografías y documentos gráficos, que nos permiten conocer al detalle la obra de Domènech en Comillas.

Queda pues abierta la incógnita de cuál es el significado profundo que se esconde tras el simbolismo de su obra, cuyos referentes se encuentran en las obras que dejó en una de las ciudades más mágicas de nuestra geografía: la villa cántabra de Comillas.

Fotografía: Jose Luis Filpo Cabana.

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