Fernando Vicente se dio a conocer gracias a la llamada movida madrileña, aquella revolución cultural que nos dio las primeras trazas de libertad en una ciudad triste y gris que escapaba de una dictadura de casi medio siglo de duración.
En las revistas Madriz, donde publicaría tanto en el ámbito de la ilustración como del cómics, y La luna de Madrid mostraría un estilo nuevo y con un nivel de modernidad que no ha desaparecido hasta nuestros días y que aunque más de uno quisieron imitar su estilo, nunca pudieron alcanzar el nivel de la obra de este joven maestro. Su estilo rápidamente se haría icónico y representativo de su manera de trabajar. Entre el realismo y el género caricaturesco su obra nos muestra una realidad diferente que nos lleva al mundo mágico de nuestros recuerdos.
El cierre de estas revistas le llevó a redirigir su trabajo hacia la publicidad, siendo director de arte en varias agencias. Pero la ilustración volvió a su vida y desde 1999 empezaría a publicar en El País y sus diferentes suplementos.
Sus trabajos en el suplemento de literatura Babelia le han permitido ganar tres premios Award of Excellence de la Society for News Design. Así mismo sus trabajos han aparecido en múltiples revistas, nacionales y extranjeras, como Europa Viva, Ronda Iberia, Lápiz, Rock de Lux, Vogue, Playboy, Gentleman, Letras Libres, Interviu, Cosmopolitan o DT. Además, ha realizado portadas de libros y discos, así como diferentes obras como pintor.
Hoy sin embargo queremos acercarnos a su trabajo como ilustrador de libros clásicos. Ilustraciones que están por encima de cualquier edad, ya que su obra es entendida y admirada tanto por un público joven como adulto.
Los trabajos realizados para libros como Drácula, Peter Pan, Estudio en Escarlata, Moby Dick… han sido la base para una exposición que se realiza del 2 de marzo al 20 de abril en la Sala El Águila, en Madrid.
Para Fernando Vicente los personajes y la ambientación adquieren nuevamente vida en sus dibujos donde busca conservar la imagen clásica de los mismos, pero aportándoles esa estructura comunicativa que tiene toda su obra y que sin duda dan nueva vida a las figuras icónicas de libros que nos acompañaron en nuestra juventud y que con sus imágenes nos invita a volver a leer en la edad adulta. Uno a uno sus dibujos, sus colores vivos y atractivos nacidos del acrílico dan vida a las paredes de la sala con la cara de Alicia, de Sherlock Holmes o el Capitán Acab.
“Para un ilustrador es una gozada enfrentarse a un texto clásico… Cuándo ilustro un texto clásico, disfruto mucho con todo el proceso, desde la lectura y ese dar vueltas sobre algo conocido, como de buscar documentación si se trata de una obra de alguna época, es como rodar una película, con su director de vestuario, attrezzista y localizador de exteriores, quizás viendo el resultado, toda esa documentación no se hace tan patente, pero siempre quedan pinceladas”.
Así define Fernando Vicente su trabajo como ilustrador de libros clásicos y en esta exposición podemos ver el resultado en los diferentes originales que fueron la base para decorar toda una serie de libros que hoy ya serán irrepetibles.
Manuel Berrocal

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