El Castillo de la Alboraya

El Castillo de la Alboraya, como es conocido popularmente, es una casona que data de 1626.

En origen era la casa de una gran finca que ocupaba los actuales barrios de Las Palmas, El Campito, La Unión, la Alboraya y La Victoria, incluso zonas más alejadas como la Ceiba, La Sierrita, Carrizal, El Bosque y La Esmeralda.

Su aspecto es bastante fantasmal y primera vista parece una casona abandonada. Alberga grandes obras de ingeniería en el subsuelo, dando lugar a túneles que han dado lugar a numerosas y oscuras leyendas. Se encuentra en Barranquilla entre las calles 41b y carrera 8A.

La leyenda nos habla de un tal Rondón como señor de la propiedad, un mestizo español. De él se decía que tenía un pacto con el Diablo y que realizaba rituales de santería africana. Mandó construir una capilla destinada a realizar magia negra a través de los santos cristianos. Se decía que era un hombre de aspecto horrible, siempre a lomos de un caballo negro cubierto de sangre para espantar a todo aquel que se acercara a su propiedad. También se dice que quien entraba en sus posesiones acababa muerto y su sangre se usaba para cubrir al animal.

El aspecto físico de Rondón era abominable y siempre se le veía acompañado de un caballo negro al que cubría de sangre para montarlo e intimidar a todo el que se acercaba a sus tierras; quien se osaba a ingresar a sus terrenos, pagaba con su vida y su sangre servía para seguir bañando a su adorado animal. Se dice que finalmente huyó por temor a una represión de la gente del lugar y vendió la casona a otro español llamado Miguel Borrás, sobre el que también ha recaído otra leyenda: usaba los túneles para contrabando y para encerrar allí a sus esclavos.

En la actualidad se dice que la casa está encantada: se dice que en la madrugada puede escucharse un caballo que atraviesa corriendo la finca. También se dice que a veces se aparece por las noches una dama vestida de blanco. Y otros afirman haber visto en la ventana del segundo piso a un hombre pálido y a otro barbudo.

El castillo de Alboraya es, sin duda, uno de los lugares más fantasmales de Barranquilla.

Fotografía: Fvengoechea.