Categorías de lugar: MuseosEtiquetas de lugar: Antropoides, Arqueología y Evolución
Hace ya mucho tiempo que comenzaron las investigaciones sobre cómo y cuándo nos convertimos en seres humanos. Desde el momento que se atisbaron otras posibilidades más allá de las que ofrecían los diferentes textos sagrados, intentamos desenmarañar el complicado linaje de nuestra especie. Nuestro árbol genealógico cada vez se pluraliza y diversifica más: exponencialmente desde que entraron en liza los medios y capacidades inherentes a la investigación del acervo genético mediante los estudios de ADN.
Pero hace casi 50 años, la paleoantropología no estaba tan desarrollada. En 1974, un equipo francoestadounidense trabajaba en la región de Afar (Etiopía), cuando el Dr. D. Johanson descubrió un pequeño fragmento óseo; siguió el hallazgo de otros huesos… hasta llegar al 40% de un esqueleto completo. Cuando los técnicos lo estaban articulando, sonaba en un casete la canción “Lucy in the Sky with Diamonds” de los Beatles, de suerte que llamaron así a los restos recuperados. Realmente, se trataba del ancestro humano más antiguo descubierto hasta ese momento -y así se mantuvo por mucho tiempo-, ya que fue datado en unos 3.200.000 años.
Lucy era una hembra australopitheca, de 1,10 m y 27 kg, con caminar bípedo y hábitos terrestre/arborícolas. Posiblemente viviera en pequeños grupos como los chimpancés actuales, siendo su cerebro de tamaño similar.
La atávica abuela del género humano resultó tan trascendente para la integración de los primeros homínidos en nuestra línea evolutiva, que sirvió de fundamento a infinidad de estudios científicos e inspiró la archiconocida obra del genetista B. C. Sykes Las Siete Hijas de Eva.
Hoy sabemos que Lucy tuvo descendencia y murió trágicamente, con unos 20 años; las fracturas que presenta son perimortem y resultan compatibles con la caída, previsiblemente de un árbol, desde unos 12 metros de altura, incluso sugieren que intentó frenar el golpe extendiendo los brazos.
En la actualidad, su osamenta está depositada, como tesoro que es para la ciencia, en una cámara acorazada y la reproducción se expone en el Museo Nacional de Addis Abeba.
Fotografías: Esther Núñez Pariente de León
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