El Búnker-42

Además de su famosa red de Metro, con más de 300 kilómetros de longitud y transitada por millones de personas cada día, Moscú tiene otras instalaciones bajo tierra, herencia de los tiempos soviéticos y la Guerra Fría. Se trata de antiguos refugios subterráneos de carácter militar hoy reconvertidos en museos para disfrute de los turistas occidentales, que pueden comprobar lo mucho que se tomaron en serio las autoridades soviéticas la posibilidad de una III Guerra Mundial. Uno de estos refugios, situado en el popular distrito de Izmailovo, estaba conectado con el Kremlin gracias a un ferrocarril enterrado de 17 kilómetros y disponía de todo el equipamiento necesario para soportar un largo asedio. De similares características, el conocido como Búnker-42 (en la fotografía), situado en el distrito de Tagansky, posee una extensión de 7.000 metros cuadrados, fue construido en la década de los 50 y desde 2006 funciona como Museo de la Guerra Fría.