La Casa de los Espejos

Cádiz, Cádiz, ¿puede haber un sitio perturbador en un lugar tan iluminado por los potentes rayos del sol, en el calor andaluz? Por supuesto, pues toda luz posee sombra. Habiéndolo introducido de esta manera, no os extrañará que haya un caserón legendario en plena costa gaditana, frente al Marqués de Comillas. Se trata de la Casa de los Espejos.

En la Casa de los Espejos, tan brillante por fuera, tan oscura por dentro, habitó un almirante y su familia –su esposa y su hija-. Este traía a casa cada vez que volvía de la mar americana un espejo a modo de souvenir. Al final, los espejos cubrían, prácticamente, toda la casa. Que el padre ame a la hija y lo demuestre no sorprende, es lo normal. Pero recordemos que toda luz posee su sombra, y el amor paternal, mayor según pasaban los días, oscurecía el corazón celoso de la esposa, quien veía la atención hacia su persona disminuir, irremediablemente, día tras día. Los celos la llevaron a discutir con la hija –cuando esto comenzó, la belleza de la hija era innegable, como la atención del marinero-. Las discusiones no llevan a ninguna parte, por lo que la mujer pasó a otra actividad: el envenenamiento. El envenenamiento de la joven fue lento, doloroso. Cuando murió, los innumerables espejos de la casa no tenían nada bello que reflejar; el padre se lamentaba con cara angustiada, al parecer ignorante del asesinato que había tenido lugar –le habían contado que había muerto por una extraña enfermedad-. Un día, el fantasma de la hija apareció en uno de los espejos. El padre estaba allí cuando la aparición sucedió, así que el fantasma aprovechó para contarle la verdad. Después, la madre, por la presión de su marido, confesó, y fue a la cárcel. Dolido, el padre huyó a la mar. La Casa de los Espejos no se quedó vacía, pues a día de hoy muchos aseguran haber visto el fantasma…

Fotografía: http://cadizysushistorias.blogspot.com.es/