La semana pasada tuve el placer de participar en el podcast El Libro Rojo, un magnífico programa llevado a cabo por Ritxi Ostariz. Allí hablamos de las leyendas sobre las santas crucificadas. Aquí os dejo el enlace para que escuchéis el programa completo:


Para complementar lo allí dicho, aquí os dejo esta entrada donde hablo de santa Eulalia y sobre el lienzo que realizó Gabriel Palencia sobre el tema a finales del siglo XIX.

Gabriel Palencia. El martirio de santa Eulalia. 1895.

Son muy pocas las referencias textuales a mártires crucificadas en los textos que recogen las vidas de los santos. Todas sus leyendas van a aparecer a partir de finales del siglo IV o principios del V y van a tener la característica de ser santas de carácter muy local. Representadas estrictamente en la cruz vamos a tener a santa Eulalia de Barcelona y a santa Julia de Córcega, venerada en tres focos concretos: la isla de Córcega, Livorno y, como núcleo principal, Brescia. Sin embargo, aquella santa que parece tener más visos de realidad, proviniendo de una fuente anterior, la antes citada Blandina, carece de representaciones en la cruz hasta bien entrado el siglo XIX.

En lo referente al relato del martirio de santa Eulalia, la primera fuente que nos da una versión completa es el Pasionario Hispánico del siglo X y narra la siguiente historia:

Eulalia era una joven barcelonesa de noble linaje que vivió en tiempos de las persecuciones contra los cristianos, concretamente en el gobierno de Daciano. Desde sus primeros años de vida profesaba el cristianismo con gran devoción. Llegó a Barcelona el gobernador Daciano, caracterizado por su impiedad, con el fin de hacer cumplir los rituales en la ciudad. Eulalia, sabedora de esta circunstancia se dirigió a la presencia del gobernador de motu propio y se enfrentó a él increpándole por no creer en Jesucristo. Ante este hecho Daciano se enfureció y la mandó azotar incitándole a que rectificara su conducta pero Eulalia no hizo sino ratificar su creencia en Jesucristo. El gobernador ordenó que se sacara el ecúleo para torturar a la joven. Eulalia fue suspendida en el potro y emplearon garfios para desgarrar su cuerpo, le aplicaron hachones encendidos en sus costados pero sin embargo, por una invocación de santa Eulalia, las llamas se volvieron contra sus verdugos y las teas se apagaron. No obstante Eulalia expiró y exhaló su espíritu: una paloma salió de su boca y subió hasta el cielo. Daciano, enfurecido por no haber conseguido nada de su víctima, ordenó que pusieran su cuerpo en una cruz y que este fuera vigilado por soldados hasta que fuese completamente devorada por las aves. En ese momento comenzó a nevar y su cuerpo desnudo quedó cubierto. Al cabo de tres días, algunos hombres piadosos evitaron a los soldados que vigilaban el cuerpo de la mártir y lograron descolgar su cuerpo, lo envolvieron en un lienzo con aromas y fue sepultada.

Santa Eulalia va a estar en el punto de mira de los artistas de finales del siglo XIX. Cabe citar el lienzo El martirio de santa Eulalia. El autor es Gabriel Palencia Urbanell, originario de Madrid y quien progresa como restaurador y decorador de pinturas de la Casa Real y fue protegido de la Infanta Doña Eulalia. Este hecho es la causa probable de que el pintor —normalmente dedicado a temas costumbristas— quisiera rendir homenaje a su mentora pintando a la santa que le da nombre.

Pero hay otro elemento que cabe tener en cuenta. Viajó a Alemania a completar su formación de la mano de Schmidt Reiter. Es muy probable que al estudiar en Alemania en la década de 1890 tuviese algún tipo de contacto con la Secesión Muniquesa y es plausible que viese algunas de las santas crucificadas de Gabriel von Max y Albert von Keller (iconografía muy desarrollada por estos artistas, a veces con tintes eróticos) y que, al conocer la leyenda de santa Eulalia, la santa de su mentora, decidiese plasmar en un lienzo el momento de su crucifixión. Además, si nos fijamos en la iconografía de la Eulalia de Palencia todo su cuerpo está rodeado de cuerdas, en los brazos, en las piernas y en el cuerpo, al igual que lo que acostumbraba Albert von Keller en sus crucificadas.

Palencia quiso realizar una composición espectacular. El enorme lienzo nos muestra una crucifixión a tamaño natural. Los tonos del cuadro son amarillos y ocres, incluso para el cielo y la nieve. La santa ha expirado y su cabeza y su cuerpo se han desplomado. Palencia quiere ser historicista: la túnica romana de Eulalia, los soldados que la han depositado en la cruz visten a la antigua y la cruz está realizada de forma simple, con troncos de árbol. Elevado sobre la cabeza de la mártir el nimbo celestial corona la escena. Esta Eulalia es púdica. Su vestido, aunque descolocado, no descubre el pecho de la santa. El influjo alemán sobre el arte de Gabriel Palencia, si bien puede influirle en lo iconográfico, en absoluto lo hace en lo intencional. No cabe duda de la devoción de Palencia al realizar el cuadro. Así lo consideró el jurado de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1895 quien otorgó la tercera medalla a este lienzo que el pintor había enviado desde Alemania.

Si queréis ver este lienzo, se encuentra en el Ayuntamiento de A Coruña. Para verlo deberéis preguntar en el acceso y de allí os conducirán a la primera planta, donde se encuentra este cuadro tan impresionante.

 

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos
Responsable Asociación Cultural Mentenebre +info...
Finalidad Gestionar y moderar tus comentarios. +info...
Legitimación Consentimiento del interesado. +info...
Destinatarios Automattic Inc., EEUU para filtrar el spam. +info...
Derechos Acceder, rectificar y cancelar los datos, así como otros derechos. +info...
Información adicional Puedes consultar la información adicional y detallada sobre protección de datos en nuestra página de política de privacidad.