“Los Egos: Cuando el Gran Atman, el Supremo, el Absoluto, tuvo a bien mandar que me fueran abiertas las puertas del Cuarto, Quinto y Sexto Cielo, me preparé durante siete días con varias horas diarias de silencio, de quietud, de olvido de todas las criaturas y de todas las cosas; y cuando sentí que mi mundo interior se hallaba como sumido en la serena calma de esa completa soledad, me recogí en mi recinto de oración y clamé con mi pensamiento: “-¡ Padre Universal! ¡Soy chispa emanada de Ti y pido llegar hasta Ti!”. Una formidable oleada de Amor Divino me sumergió en las luminosas aguas del éxtasis y esta diminuta chispa vio algo más de la grandeza divina. Sentíame transportado a una región serenísima inundada de tenues claridades de amanecer tropical. Desde inconmensurable altura bajaba delante de mí un cortinado transparente de un celeste brillantísimo cual si fuera tejido con hebras de luz de las estrellas. Y de sus múltiples pliegues y repliegues surgieron como a la voz de un mandato silencioso siete adolescentes de aquellos que yo viera en el tercer cielo, coronados de brillantes laureles. Comprendí que era el elemento femenino quien guarda la entrada a este callado lugar de gloria y de paz. Al suave contacto de sus manecitas como lirios de luz, el inmenso cortinado se abría suavemente al mismo tiempo que en el fondo de mi yo resonaba sin sonido estas frases: “-Pasad sin miedo, y cuando hayáis traspuesto los siete velos que amurallan este recinto veréis lo que venís buscando”. Y otras manitas de lirios de luz abrían con suavidad infinita otro velo de color oro pálido, y luego otro, teñido de brillante amatista; y otro más de verde mar, y los tres finales de un blanco brilantísimo que era a la vez energía y vitalidad…”
Hilarion de Monte Nebo
(Nombre espiritual de Josefa Rosalía Luque Álvarez)
Moisés el vidente del Sinaí, página 425-426
Editorial Kier, 1987