Javier Arries.

Objetos malditos. Guía de juguetes del mal y lugares condenados.

Ediciones Luciérnaga. Barcelona, 2015.

304 págs.

17 €

 

La maldición es tan antigua como el hombre, forma parte de la psicología más profunda y es universal y atemporal. Mientras existamos, existirá la maldición; imprecación que surge de un sentimiento de ira donde se invoca una fuerza destructiva para que la desgracia recaiga sobre un ser vivo, un objeto o un lugar…

Javier Arries, físico y escritor entre otras muchas facetas, nos guía en Objetos malditos. Guía de juguetes del mal y lugares condenados por una auténtica galería de objetos perdidos a los que se les ha atribuido un poder maligno. en la obra hallaremos además información sobre museos y lugares de interés. En suma, un viaje a través del tiempo que investiga los instrumentos de maldición más antiguos hallados hasta la fecha, desde los textos de execración egipcios y grecolatinos hasta los muñecos vudú.

Nos presenta también una serie de objetos malditos actuales, algunos con larga y truculenta historia: utensilios que despiertan nuestros miedos más ancestrales; joyas mortales para sus propietarios; muñecas y juguetes poseídos por extrañas fuerzas; cuadros que parecen actuar como puertas a una realidad de pesadilla; sillas en las que nadie debería sentarse; edificios que matan; lugares que inducen al suicidio…

Además encontramos inquietantes muñecos malditos como la muñeca Annabelle o el muñeco Robert, inspiradores de famosas películas de terror; el diamante Koh-i-Noor (montaña de luz), que supuestamente solo pueden llevar las mujeres y Dios sin temor al maléfico poder que contiene; el misterioso sillón del diablo, expuesto en el palacio de Fabio Nelli en Valladolid, del que se dice que el diablo se sentaba en él para inspirar al licenciado Andrés de Proaza, quien fue detenido por diseccionar vivo a un niño. También hay maldiciones especialmente célebres, como la de la tumba de Tutankamon, y lugares malditos. Entre estos últimos se cuentan el bosque de Aokigahara (Japón), donde casi un centenar de personas se suicidan cada año; la isla maldita de Poveglia, en la laguna veneciana; la caja Dybbuk, en la cual habita un demonio… y tantos otros casos, curiosos y apasionantes, que nos hacen ver que lo maldito está mucho más presente en nuestras vidas e historia de lo que pensamos.

Esta obra no es solo una mera enumeración de objetos nefastos, sino que se investiga de dónde vienen las ideas y las emociones profundas o miedos atávicos que esos objetos, aparentemente inocentes, despiertan en nosotros. En cualquier caso, no está mal ser precavido y tener cuidado a la hora de aceptar ciertos regalos, comprar objetos antiguos en anticuarios o Internet, y elegir muy bien aquella casa en la que deseamos vivir… Avisados quedan.

Belén Doblas

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